lunes, 26 de noviembre de 2007

Perugia Capitulo X: !Primer examen!


Madre mía, este país es un show. Ahora mismo tengo una mezcla de sentimientos que van desde la euforia hasta el que-broma-es-esta pasando por estas-de-coña. Me explico, hace unas horas tuve que atravesar el momento más serio desde que estoy de Erasmus: el primer examen.

El primer examen fue de un surrealismo similar a esto.


Hostia, lo pasé mal. La asignatura era Psicología General. Sí, tranquilos, sigo estudiando periodismo, pero es que esta asignatura tenía un horario muy bueno. La asignatura tiene unas normas muy sencillas. Hay que leer 4 ó 5 libros (libro arriba, libro abajo) y puedes elegir forma de evaluación. La de los niños responsables es ir presentándose a los diversos coloquios de cada libro y así evitas hacer un examen final. La otra consiste en estar tocándose los pies todo el año y jugarsela toda a un examen final. A todas luces es mejor la primera, claro que hay que echarle ganas. Pero vamos, que si yo fuera padre le diría a mi hijo que siguiera el primer método. Así que en esas estamos.

Como digo, hoy era el coloquio correspondiente al primer libro. El libro, aunque estuviera escrito español, hubiera entendido lo mismo. Es decir, casi nada. Suerte que en clase somos un grupito de españoles que nos lo repartimos, cada uno resumió una parte blablabla. Buen rollito, trabajando en equipo, un mundo feliz. Me alivió bastante ver que el resto de españoles (españolas en realidad, no tengo compatriotas machos en clase) estaba más o menos igual que yo. Cuando uno está jodido alivia mucho ver que el resto también lo está. Que mala gente somos. Todo el finde sin salir, encerrado en casa (puede que ya tocara un finde de estos), repasito, como pasta para variar, le echo valor y al toro. Empieza el show del examen...

Así de primeras el profe va y llega una hora tarde. Bien, ahí, con seriedad. Tanto renacimiento y tanta retórica y luego son unos impresentables. Apenas se disculpa. Nos acercamos las españolas y le comentamos, intentando aprovechar la fama de chollo que tiene el Erasmus, que somos extranjeritos tontitos que si no nos pone en un grupo especial para extranjeritos tontitos o similar. Nada. Parece que no hay trato de favor. La primera en la frente. Entramos a la sala del examen.

Más que un aula parece el corredor de la muerte. Terrible. El examen te lo hacen delante de toda la clase. La situación era tétrica, todos los alumnos italianinis en silencio, el profesor en su mesa y una silla amenazante vacia delante del profesor. Los pelos de punta. Parecíamos un pelotón esperando el momento del fusilamiento. Toda mi vida se me pasó por delante. Todos los exámenes que había hecho anteriormente, incluida selectividad, me parecían un agradable ratito con un profesor amigable. Esto era otra cosa. Íbamos a morir. Todos. No había piedad. Estaba sentenciado. Pero la cosa fue a peor.

La primera víctima acude al estrado. Qué forma de expresarse, qué lucidez, qué claridad de expresión oral. Raza superior. Estaba fascinado por cómo respondía a las preguntas esa italiana empollona y al mismo tiempo cagándome un poco en toda su familia y en que la jodía estaba dejando el listón en el infinito para el resto de alumnos. La clase escuchaba fascinada también. Empecé a pensar en que los italianos, en cuanto a expresión oral, están a años luz de los españoles. No hay más que verlos por las noches en la discoteca. Todo tiene su explicación. Los educan así desde que son un feto.

La empollona estaría hablando como media hora. Lógicamente sacó un 30. Aquí puntúan los examenes sobre 30. Es otra cultura. La empollona recogió sus cosas y se fue feliz. A seguir empollando seguramente. El turno para la siguiente. Superado el primer impacto inicial y temiéndome el gran ridículo que se aproximaba por mi parte, empecé a fijarme en el contexto sociohistórico de la clase. Aquello era un pitorreo. La puerta abierta con personajes que se asomaban descaradamente y entraban y salían de la casa cuando les apetecía, un escándalo en el pasillo increible... Vamos, un ambiente de examen acojonante.

Pero lo mejor estaba por llegar. De pronto el profe se echa la mano al bolsillo, saca un billetaco y pregunta que si alguien le puede comprar una botella de agua. No me jodas. Momento que aprovechó la pelota de clase para coger rauda el dinero y regresar no menos rauda con sendas botellas de agua. El pelotismo es un virús universal que no entiende de fronteras. Pero quedaban más cosas. Un rato después llega una rubia y, mientras se examinaba un italianini, le planta un par de besos al profe. Era otra profesora. Curioso. La rubia se sienta al lado y, como si fuera una competición de ajedrez de las que salen por la tele se pone al lado del profe original para, al mismo tiempo, ir examinando a otro alumno. Bizarro, bizarro.

Aquello más que un bar parecía una taberna. En la mesa del profesor dos profesores, dos alumnos... un verdadero cachondeo. No se entendía nada. Un caos. Además el caos iba en progresión geométrica en el resto de la clase... Según pasaban las horas (y no exagero) el clima se iba tranquilizando pero a la par aumentaba la tensión. Queríamos hacer el examen las últimas para no tener la presión del resto de la clase y que no escucharan nuestro pobre italiano.

Pues bien, parecía que llegaba la hora de la muerte. La clase casi vacia, nadie por delante. Era el momento menos malo para ir al toro. Error. El profesor salió a la puerta y metió a no sé cuantos alumnos que estaban en la puerta. En realidad, pasé de los nervios al que-sea-lo-que-dios-quiera. Y desde este punto ya no recuerdo mucho hasta que la tía que me examinó me dijo que tenía que mejorar un poco la lengua pero que tenía un 28 de nota (recuerdo que sobre 30). Qué grande, ¿no? Te da subidón. Necesitaba algo de esto, te da moral.

Pero que sí, que saqué un sobresaliente (déjenme presumir ahora que puedo antes de que vengan tiempos peores) pero que me dejaron como sedado. Se pasó muy mal, la tensión era increible. Pero era como una varicela, es algo que hay que pasar, y cuanto antes mejor. Y parece que no salió mal del todo. Pero claro, luego dicen, pero ¿cómo no vas a salir a pegártela gorda esta noche si te acaban de decir que tienes un sobresaliente en tu primer examen de Erasmus y te dejan cambiarte a la nueva casa el 1 de diciembre? Pero esto último es otra historia. ¡Buenas noches, guap@s!

domingo, 25 de noviembre de 2007

Perugia Capitulo IX: ¡Nos vamos de mudanza!


Aunque algunos de vosotros ya lo sabéis, puedo afirmar oficialmente que me cambio de piso. Lamentablemente la casera de la casa primera está dando un poquito por culo y estoy estudiando como irme de su casa de la manera más elegante, pero a la vez que sea la que más le joda. Lo único claro es que el 15 de diciembre entro a la nueva casa. Pero todo hay que decirlo, la mudanza va a suponer un salto de calidad en mi Erasmus. Amen.

martes, 20 de noviembre de 2007

Perugia Capitulo VIII: Dando alegrías a la casera...

Escena costumbrista de las fiestas en mi casa

Ya sé que la gracia de un post está en centrarse en un aspecto y no hablar de mil cosas. Pero aquí es imposible hacer eso. Todos los días pasan mil cosas y, como actualizo mal y cada siglo, el trabajo se acumula mucho. Este tiempo, entre otras cosas, he convivido con un millonario, he recibido la primera visita de amigos de la universidad, ha venido la policía a mi piso, me he quedado tirado en un descampado a las 5 de la mañana a 10 kilómetros de Perugia, me han meado en las duchas de mi casa, he salido 4, 5 o infinitas noches consecutivamente, he conseguido ser el inquilino más odiado de mi edificio, he empezado a buscar pisos alternativos, ha llegado un siciliano a mi piso, sigo sin ser capaz de sentarme 5 minutos a leer, estudiar o algo similar… muchos sucesos en el país de los sucesos.

Lo que decía, que ahora cada vez que entro y salgo de casa lo hago acojonado. Acojonado por miedo a encontrarme con algún vecino. Todo se remonta al viernes pasado. Ese día decidí organizar (insensato de mi) una fiesta en mi casa coincidiendo con la llegada del primer equipo de valientes de la universidad que ha venido hasta Perugia (Clara, Vir, Ana y Lore, que próximamente tendrán su merecidísimo post homenaje). Visto el éxito de la anterior fiesta en casa, la gente se animó rápido; no obstante, opté por decírselo a bastantes menos personas, porque la otra vez se nos fue de las manos, esto parecía un garito en hora punta (véase post anterior). Como siempre, la koreana (los orientales me estoy dando cuenta de que son una raza superior y de que pronto dominarán el mundo) me salvó un poco el culito. Llegué yo a casa a una hora escasa de que empezara a llegar la gente, jodidísimo, para que engañarnos. Llevaba a mis espaldas un par de días de salidas nocturnas (de hecho la noche anterior a la fiesta fue el día que llegué mas tarde a casa, pero bueno, esa es otra historia), toda la tarde en clase entendiendo nada (como es la tónica habitual jeje), sin nada preparado para los invitados…

Pero como decía, allí estaba Marta (que es el nombre que le han puesto a la kore aquí en Perugia, porque su nombre auténtico es impronunciable para un occidental) con la mesa llena de manjares orientales. Manjares a los que me estoy aficionando. Joder, es que me está sorprendiendo la afición que tiene esta gente a la cocina. Ahí la tienes a la Marta, todo el día en los fogones con sus amiguitos orientales inventándose recetas. Que me voy por las ramas, perdón. La gente empezó a llegar, muy bien, muy rico todo ñam ñam. Un número de personas mucho más reducido que la otra vez, mucho más a gusto. Todo correcto. Pero yo me temía lo peor, sabía que quedaba bastante gente por llegar y que todo, en algún momento, iba a saltar por los aires. Y efectivamente, al poco, todo explotó.

Llegaron manadas de amigos terroristas con manadas propias de amigos terroristas, ya un poco tocaos, todo hay que decirlo. En cuanto me quise dar cuenta vi que en el salón había montañas humanas de personas. Uno viene y me dice, ‘tio, hay uno en el salón que está dando con la cabeza en el techo’. Era cierto. Entonces llegaron los canticos. El piso se venía abajo. Era un momento en el que o te pones a llorar o te sumas a la fiesta. Difícil decisión para alguien tan irresponsable como yo jeje. Pero entonces, justo cuando crees que las cosas no pueden ir peor, viene uno y me dice, ‘tio, dime donde tienes una fregona’. ‘No me asustes, ¿Qué ha pasado?, le pregunto yo. ‘Nada, un amigo, que se le ha pirado un poco y ha meado en la ducha’. Sin comentarios. Y quedaba por llegar lo peor. Viene otro y me dice, ‘Dani, creo que deberíamos irnos. Hay una vecina en la puerta que está llamando a los carabinieri’. Como decía, yo iba un poco tocado, asique tuvo que repetírmelo un par de veces. Cuando reaccioné, me faltó tiempo para echar a todo el mundo de casa. Se nos fue mucho de las manos, mucho.

Pero aunque parezca mentira, lo peor estaba aún por llegar, a la mañana siguiente. Y esto me jodio mucho, lo mismo emprendo acciones legales. Viene la dueña a la mañana siguiente del ataque terrorista en mi casa, que puta suerte la mía también jaja, e imaginad como se encontró el piso. Me llama a la puerta de la habitación, de mi habitación! Vamos a ver… vamos a ver… Qué derecho tiene la tía esa a venir por la mañana, entrar en casa sin avisarme y tocarme a la puerta cuando estoy sobando. Encima para echarme la bronca, decirme que le han llamado los vecinos, que aquí anoche esto parecía una macro discoteca, que hubo gente que se encaró con los vecinos y no sé que de una denuncia. La verdad que la dueña nos está tocando un poco las pelotas y que en cierta medida me alegro de las pisadas que hay en la pared del salón después de la fiesta. Le tengo mucho asquito a la dueña, muuuucho. En serio, no sabéis lo que me jodió que entrara sin avisar y me llamara a la puerta de mi habitación. Indignante.

El tema es que la dueña vino al piso esa mañana para acompañar a un nuevo inquilino: Francesco. ¡Por fin un italiano en el piso! Eh, y tio majo. Cuando llego a casa por la tarde me lo encuentro ahí en el salón viendo el fútbol. Que de primeras mola porque dices, coño un tio normal. Porque aquí entre la koreana (que hay rumores de que los orientales no son personas de verdad) y el holandés que pertenece a otras esferas, falta un poco de sentido común, un poco de gente a la que le gusta el fútbol y cosas normales. Pues eso, tío majete, 26 años, de buen ver, futbolista (militaba en la serie C) y ¡del sur! De Sicilia. Me mola tener a la mafia en casa. Además es un compañero con vistas, dice que cuando vuelva en Navidad traerá el coche. Otro plus, estudia lo mismo que yo. Estoy contento con él, sí sí.

Lo voy a dejar aquí, sólo decir que cada día se está más a gusto en Perugia, cada día me parece un poco más el sitio más bonito del mundo junto con Lega. Pero al mismo tiempo cada vez tengo más ganas de veros a todos, de volver a Lega, de salir por madriles, de tumbarme en mi sofá, de las sobremesas en casita, de mi habitación, de los edificios horribles de ladrillo naranja… Pero Perugia es grande y la gente que hay aquí más. Asique así estoy, con el corazón dividido. Pero mola estar aquí y me mola lo que estoy viviendo. Perdón a todos, intentaré contaros pronto más cositas.