viernes, 11 de enero de 2008

Perugia Capítulo XVII: De vuelta (a la no rutina)

¿Os acordáis del síndrome Stendhal del anuncio de Audi?


Ya estoy de vuelta en Perugia. Los primeros días de este año están siendo bastantes distintos de los de la primera llegada a finales de septiembre. Básicamente porque, contra todo pronóstico, ¡he ido a la biblioteca! Ver para creer, señores... Sin duda el ritmo ahora es mucho más relajado, pero también se está mucho más a gusto. No sé como expresarlo, pero en cierta medida es como si me notara más ciudadano de Perugia de lo que me sentía antes. Se vive bien aquí, mucha calidad de vida. Va a ser dura la vuelta a la vida real de Madrid, porque como suelo decir, Perugia no es la vida real.

Y no es la vida real porque es como un campamento de un año. Los campamentos son para muchos una semana o quince días de emociones concentradas que se recuerdan toda la vida. Pues bien, prolonguen esa sensación a un año entero y se harán una idea aproximada de lo que es estar de Erasmus. Encima no un Erasmus cualquiera porque, y perdonenme los que están o han estado en otros destinos, Perugia es la mejor ciudad del mundo para hacer Erasmus (después de Leganés, claro). Vivo en el centro histórico del pueblo, Perugia es de cuento, la gente extraordinaria y con ganas de darlo todo siempre, la oferta cultural (no todo va a ser fiesta) no se acaba nunca, no tengo que trabajar, voy a todos lados a pie y además si te lo montas bien las asignaturas no son ningún drama. Vamos, que esto es un cocktel explosivo que te acerca mucho a la felicidad.

De momento, y toco madera porque siga así, el cambio de casa ha sido un completo éxito. Vamos, que ahora vivo como un rey en mi casa nueva. Es de estas casas que te incitan a ir descalzo y de las que da mucha pereza salir (de hecho hoy, viernes, ni he visto la calle). Me ha costado un poco, pero yo creo que ya he encontrado mi sitio por aquí. Ayer estuve todo el día moviendo los muebles porque no acababa de estar a gusto, pero creo que ya he encontrado la combinación perfecta. 'Tutto a posto', que dicen por aquí. Pero lo mejor es el aliciente tan grande que tiene esta casa. Es un último piso, y mi habitación es una buhardilla con una ventana en el techo. Moraleja: que estoy deseando que llegue el buen tiempo para coger la escalera, salir al tejado y ver atardecer bebiéndome una birra y fumándome un puro a vuestra salud. Soy un romántico, lo sé.

Es que es muy tentador, muy tentador. Aunque me despeñe...